bUsCaR (en este blog ó en internet)

10 noviembre 2007

eL bUeN OjO


Dícese de aquél que sabe separar la paja del trigo; el Buen Ojo no sólo sirve para leer las letras pequeñas del cartel durante el examen de conductor.

Hablamos de otra cosa, claro.

De "saber ver", que es una actividad humana que involucra casi todos los sentidos.

La escuela del buen beber, por ejemplo, enseña a los someliers y amateurs del buen vino a degustarlo desde la vista primero, el olfato luego, la sensación "táctil" sobre la lengua y paladar (que es parte del gusto), y al fin, a degustarlo por entero, estableciendo momentos en ese trance del noble líquido hacia el vil estómago, quien sólo sabe de saciedades.

Pues se me ocurre que en la vida habrá de aplicarse ese método.

Siento que se hace necesario aprender, enseñar por qué no, a degustar las cosas. En fin, a tener Buen Ojo.

Estamos siendo proclives, de un modo u otro, a una suerte de gula existencial. Deglutimos novedades cuan cíclopes odiseos el vino de Ulises. Nos hartan, nos llenan de comida chatarra electrónica, de ideas chatarra de rápido desuso. De imágenes seductoras sólo un instante.

Es la Era del Minuto a Minuto.

La vida se vive así, aceleradamente cuan baile televisivo. Pero no sólo porque se corre para ganarle al tiempo sino por que se corre por correr nomás. Se ha creado poco a poco el hábito -en su génesis, comercial- de empujarnos a algo nuevo, o al menos diferente; y ésto debe sucedernos todo el tiempo. Es el American Way of Life tan mentado.

Y al fin triunfó. Dejó como huella la prosperidad económica y como legado, la contaminación del planeta. Instó al hombre a perfeccionar su eficiencia en pos de mejorar su poder de consumo; y así también engendró un hombre ambicioso por demás, apegado a las cosas más que al ser en si mismo. Priorizó el tener, causante de casi todas las guerras conocidas.

Y el uso del hombre por el hombre, tan parecido a la esclavitud que nos pone negros de vergüenza.

Los opuestos a ésto, los que por cultura no parecen estar a la orden del consumismo -aborígenes americanos o africanos, pueblos islámicos, etc-, han sido considerados El Enemigo, y así devastados o ignorados.

Miremos a nuestros indios argentinos si no...

Ahora resulta que el mundo se cae a pedazos; que la economía norteamericana colapsa lentamente y que el consumismo es la raíz de la pandemia que se viene: la degradación fatal del planeta, de sus tierras, aguas y aire.

Ahora resulta que el consumo permanente, exacerbado, alocado, era pernicioso. Que las fábricas no sólo fabrican productos y pobres dignos (léase obreros) sino también muerte: la de peces, aves, insectos, plantas y por fin, la del causante: El Hombre.

Y mientras ese final se acerca si poder detener su carrera, nuestro buen ojo intentará establecer la diferencia; reparar en lo valedero más que en lo osado. En lo noble más que en lo inusual. En lo fino más que en lo grandilocuente.

En una vida de calidad, y no tanto de cantidades.

Tomémonos algo más que un minuto para decidir. Que sean unas horas.

Tal vez no haga falta cambiar el teléfono celular todavía... Mejor, una buena cerveza que dos baratas...

Ya no sólo es grosero excederse. Ahora también es dañino, perverso. Criminal.

Buen ojo para todos.

05 noviembre 2007

OjO aL aBrAzO tEcLeAdO



Y así andábamos por la vida, desorientados de toda idea.

Sumidos en un eterno devenir de ofertas varias, todas atractivas, dónde dejar escurrir el tiempo y las ganas de crear; de ser.

Esa Era de "ocuparse de no ocuparse" llegó. Se llama Siglo XXI.

Extraño folletín de espejismos, de innumerables sortilegios casi todos electrónicos, este siglo llegó para llevarnos a la tierra de los sueños virtuales.

Allí, charlar es escribir; amigo es un nikname de fantasía, propiedad de alguien sin rostro sino foto, avatar... Allí las emociones son emoticones, y la compañía es un teclear sin más. Teclear que va... teclear que viene...

Pero, qué puede faltarnos entonces... si lo tenemos todo!

Pues el abrazo.

Cada vez más, con más fuerza, las personas necesitamos el abrazo.
Eso no viene con Windows, no sale de una llamada móvil ni puede ser emulado por un video juego de última generación.

Nos hemos quedado sin abrazos. Y vamos a terminar por olvidárnoslo.

Y sería muy triste llegar al punto de interpretar, de sentir como normal y necesario ese tecleo a ese abrazo. Sería muy penoso, pero creo que cada vez más próximo.

No digan que no se los avisé.
Yo mismo comienzo a sentir los síntomas... ¡salga, salga... no me toque...!