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30 junio 2008

OjO cOn eL mErcAdO dE cOnsUmO


Había una vez una niña apellidada Mercado.

Esta niña, inocente cuan campechana, solía cruzar el bosque que separaba su casa de la de su abuelita munida de una canasta de manzanas.

Pero un día se atravesó en su camino un lobo conocido como Capitalismo Salvaje.

Mercado interrumpió su lento pero seguro andar al ser interceptada por este lobo, quien con modos muy sensuales se dirigió a ella cortezmente. Y es que por entonces Mercado ya estaba en edad de merecer.

Cansada de tanto ir e ir rumbo a lo de la Abuelita Producción siempre siguiendo el mismo rutinario camino, prestó atención a las palabras del lobo.

- ¿Haz pensado en vender esas manzanas?, le propuso él.
- Abuelita me hará un rica tarta con ellas
- Y tú, ¿que haces con esa tarta?, interrogó el Lobo
- Pues... ¡me la como!, respondió Mercado, casi sorprendida por la obviedad de la pregunta.
- Y por qué no la vendes? Podrían darte mucho más dinero por la tarta que por las manzanas..., insistió él.
- Pero... ¿Por qué querría yo dinero en lugar de disfrutar de una rica tarta hecha por Abuelita..?, le respondió la niña, totalmente contrariada.
- Porque con dinero podrías comprar más manzanas y así fabricar más tartas..., la incomodó él.
- Gracias, pero yo sólo necesito una sola tarta para disfrutar, y además sólo tengo una abuelita, y ella no puede hacer más que una tarta por día. No necesito más que eso para ser feliz..., sentenció ella muy segura de sí.
- Bueno, que tengas un buen día, Mercadito..., se despidió el lobo mientras pergeñaba su plan.

El Lobo Capitalismo Salvaje dejó a Mercado y fingió irse, pero no hizo más que tomar un atajo y llegar antes a la casa de Producción.

- Buenos días, señora Producción..., se presentó el lobo. He venido a proponerle algo muy interesante..., agregó desde la ventana de la cocina donde la abuela Producción preparaba la masa de la tarta cuyas manzanas traería Mercado.
- Váyase, fuera..., lo despachó la abuela, que era de pocas pulgas. No necesitamos vendedores aquí...
- No soy un vendedor, señora Producción..., soy amigo de Mercadito..., presumió él buscando hacerle bajar la guardia.
- Bueno, siendo así pase y tómese unos mates conmigo hasta que llegue mi ñieta..., invitó ella.

El lobo aprovechó esa invitación para franquear la puerta de la que sería, a la postre, su víctima.

Para cuando su ñieta llegó, la abuelita Producción había sido deglutida por el Capitalismo Salvaje y en su lugar, en la cama, el lobo Capitalismo Salvaje la esperaba disfrazado de ella.

- Dulce Mercado..., dijo el lobo usurpando la voz de la vieja Producción; te esperaba ansiosa...
- Pero abuelita..., dijo la niña, ...¡qué voz tan grave e intimidatoria tienes!...
- Es para convencerte mejor... , dijo él.

Y así estuvieron un buen tiempo, como ya todos sabemos...
Esta historia continuará... (hasta cuando?)
El final? El de la abuela...