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15 mayo 2009

uN OjO aL mUnDo y sU cAmBiO dE rUmBo


Hoy me han dicho que el mundo no puede ser cambiado. Y que lo único posible es adaptarse. Eso me ha dado cierta tristeza, que no compartiré porque me toca a mí en lo personal.

Lo que sí compartiré es el camino hacia desentrañar por qué creo yo que sí, que el mundo no sólo puede sino que vive siendo cambiado (aunque quizas hacia nuevos rumbos no muy identifiados con nosotros y nuestras necesidades).

El mundo cambia porque la vida es cambio.

Los virus mutan, las niños nacen cada vez más sabios... Las máquinas de matar se perfeccionan pero los movimientos antibélicos y ecologistas son mucho más fuertes que hace 10 años.

El mundo cambia para que nada cambie? A veces sí.

Me veo obligado a aceptar que los cambios radicales no se verifican sino cada 30 a 50 años. Eso es correcto y es mejor que así sea. De hecho, sería mejor que no hicieran falta esos cambios profundos de raíz... Pero lo son!

Los cambios duelen un poco. Aún al sacar las esposas que esclavizan, las muñecas duelen un poco, hasta que la carne vuelve a recordar cómo era la libertad y se acomoda bien.

En el sentido del cambio, cada uno de nosotros debemos y podemos ser mejores; nosotros somos el mundo, el micromundo de otros y eso es maravilloso. Qué es ser mejor? Cada uno lo sabe, a la hora de acostarse y de levantarse; cuando come o cuando hace el amor, lo sabe. Sólo debemos ser consecuente con eso que sabemos. No esperar una revolución sino provocar ese pequeño canbio diario, ese leve golpe de rumbo que a la larga será un cambio de viento positivo. Ese granito de arena para que un día seamos montaña.
El cambio empieza por uno pero reune millones. Es compartir un destino comun.

La solidaridad es la llave de ese mundo mejor, diferente. El egoísmo sólo trae guerras, miseria, pobreza.

La humildad es el picaporte del cambio. Si sólo creo en mí y en lo que creo, nunca entenderé mi parte en el asunto; siempre seré parte del problema de la disolución y de la separación.

Y el tezón es el puño, este puño con el que enfrentaremos a este pobre mundo miserable para hacerlo digno. Porque la Dignidad no se negocia, y si no está, no podemos ser felices.

Puño, picaporte y llave...
Sólo falta el empujón final para abrirnos el camino al cambio... (continuará)