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08 octubre 2010

uN OjO a lA vErDaD y lA mEnTIrA


Una de las perversiones que frena todo en la Argentina es la mentira.

Me doy cuenta: los argentinos tenemos la necesidad sistemática de mentir.
Nadie se salva, ningún estrato social queda fuera de este pandémico síndrome.

Resulta que tenemos el don de la palabra… Se dicen muchas cosas, todas lindas… Se promete más allá de lo posible, todo porque se sabe que cumplir no es una premisa.

Los mandatarios prometen. Dicen y dicen un montón de frases muy bien concebidas… Nada, o muy poco se ve después, se hace real.
Los amigos se comprometen, se dicen “si, dale” tan seguido que ya nadie cree que esa afirmación, esa promesa vaya a realizarse.

Es muy triste ser defraudado. Pero más triste es saberse parte de una parodia de realidad, que se instala en palabras, decretos, promesas que nunca serán cosas, hechos. Hablo de comunidades enteras estafadas en su más profunda esperanza. Hablo de un pueblo descreído que ya no cree en nada ni en nadie.

Hay un mal cosmético que se llama “maquillar la realidad”. Eso sucede en casi todas las culturas. Acá la cosa es mucho más profunda: Acá tenemos que hablar de una “cultura maniquí”, un dummy que se puede vestir con cualquier trapo, según la ocasión, pero que nunca deja de ser un cuerpo inerte, bobo y manejable por quien lo tenga a mano.

Y uno lo que espera es un país de cuerpo presente.

14 julio 2010

uN OjO a lA eSPañA cAmPeoNa


¡¡Campeones del Mundo !! En España se regocijan con el último título obtenido en futbol. Pero mientras más crece el deporte español, la sociedad toda, la política y las gentes muestran cada vez menos respeto por el prójimo, por los extranjeros… Por las diferencias.
La anecdota viene de la anterior copa del mundo de Alemania, en 2006: Cuando llegaba el bus con la selección francesa de fútbol para jugar su partido contra la española, decenas de seguidores de la roja los esperaban para recibirlos a puro grito de mono. Es que la de los franceses era una selección casu exlusivamente integrada por africanos negros. Los mismos sonidos de mico eran exteriorizados cuando, en el centro de Madrid, los miles de seguidores españoles miraban el partido en pantalla gigante.

La sociedad española se embrutece. La idea de una España Líder choca con la realidad económica actual. Atrás queda al humo vendido por Telefónicas y Repsoles de que esta España se insertaba en el alto mundo de la economía global para darle a su gente un mejor nivel de vida. Alguno entendió esto como “ahora seremos los mejores”, como si más dinero significara un status social, nacional, superior.

El Estado entendió el mandato y puso mucho dinero en infraestructura deportiva. Demasiado dinero. Ahora, España lidera en tenis, en fútbol, en basketball europeo, en deportes motor… Pero ese exitismo contrasta con los cientos de reportes de maltrato, de crímenes de extranjeros por simple xenofobia. Contrasta con la imagen de Ada, esa señora argentina de 88 años que hace treinta que viaja a ver a sus hijos y nietos allá, pero que esta vez se tuvo que volver sin verlos, maltratada por la policia y personal de migraciones porque “faltaba una carta de invitación”.

Esos actos son muestras del miedo. Esa nueva política, esa mala imitación de la de paises anglosajones (en Francia, ni por las tapas se les ocurriría semejante violación a los Derechos Humanos), esta modalidad de no dejar entrar a nadie sin mil novecientos papeles y papeletas previamente aprobados no está siendo bien comprendida por quienes deben llevarla a cabo. Porque no es más que la mala imitación de un Primer Mundo que no saben ser. No hace falta ser muy inteligente para entender que Primer Mundo significa “dignificar la educación, el respeto, la consideración al otro”. Eso es “civilidad y civilización”. Y estos aprendices de civilizados todavía deben las materias básicas a este respecto.

Pero el malatrato, en estos casos, puede ser también una politica de Estado. Quiero decir: Exagerar, poner el acento en demostrarles a los extranjeros, a los “sudacas”: “Aquí nadie se la lleva de arriba. Esto es España y no los queremos aquí”, dicho y hecho de la peor manera posible (como viene siendo) puede significar tambien un estrategia. Un intento de desmoralizar a los viajeros que llegan desde el otro lado del Atlántico Sur.

Pero cuidado: La gran industria nacional española fue y es el turismo. Por allí pasan 40 millones de turistas por año, casi duplicando la población estable. Ni querría creer que estas pautas, estas reglas del maltrato se aplican sólo a aquellos que vienen de cruzar el charco. Porque si alemanes, suecos, holandeses, ingleses pueden llegar sin cartas de invitación o sin tantos euros en sus bolsillos estaríamos ante un caso de gravísima discriminación. De ser así, pronto alguien les hará pagar por ello. Todo daño, a la corta o a la larga, reclama reparación.

Como el saqueo histórico del Alto Perú, los crímines de Pizarro, el genocidio amerindio...


España, te diría que no olvides que tus hijos se criaron aquí cuando allí no había qué comer...

Pero bueno, qué se puede esperar de la España que procesa al juez Garzón… La España del Rey franquista maleducado que hace callar al Presidente Chavez de mal modo...

Me tomo un avión a otra parte... Ala… joder!