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10 enero 2013

Un OjO aL CrIStiAnISmO y a diOs

Estaba pensando en Dios. Fue Navidad. Y enseguida se me apareció una imagen de la Capilla Sixtina pintada por Michelangelo Buonarotti; esa donde un dios volador de barba y túnica se esfuerza por tocar con un dedo a un hombre desidiosamente sentado que apenas levanta su dedo.

Y me dije "Dios es Arte"

Entonces imaginé la música de ese momento. Y me di cuenta que esa música ya había sido compuesta. Que ha sido la música, posiblemente, lo más atrapante de este dios, de su manifestación entre los hombres. 

Los Artistas han creado a este dios y su mundo perfecto.

La figura de Cristo que recorre occidente, su crucifixión, su rostro inclinado en moribunda pose, su cuerpo raído, esquelético casi... puro arte. La estampita con la Virgen Madre y, sobre todo, La Biblia.

Gran literatura La Biblia.

Una novela contada cuatro veces, todas similares pero diversas, tomadas desde perspectivas diferentes. ¡La Palabra de Dios fue escrita por Hombres! Alguno dirá "transcrita". Tal vez. Pero consideremos el tiempor que pasó entre la "pronunciación" de la palabra bíblica y su escritura: de 40 a 70 años entre Mateo y Lucas. Esos escritores forjaron la verdadera piedra basal del Cristianismo. Crearon un mito muerto, lo resucitaron varias décadas después, y lo hicieron resucitando al protagonista, al héroe que -aun vencido- vence. Vuelve. Ni siquiera muerto es poseído. Se va, asciende en cuerpo entero. Así como ascendió el Cristianismo a partir de la resurrección del mito. Una obra maestra de la literatura.

La imagen de Cristo en la cruz me parece abominable.

Siempre me he preguntado por qué. Qué morbosa motivación llevó al arte sacro a tal mal gusto. Habiendo íconos preciosos de increible belleza, el Catolicismo se ha quedado para sí la imagen más sádica y terrible. ¿Qué salvación me puede prometer el horror? Un hombre torturado que yace exánime, clavado a dos maderos. Sangrante.

La corona de espinas es un hallazgo.

Hay que entender a Jesús-hombre para aceptarle al artista semejante osadía. Coronar a Cristo con espinas es una verdadera Obra de Arte en sí misma. Un ser como Cristo reclamaría esa corona y no otra. La soberbia de la clase creyente y su Papado estaban obligadas a llamarlo Rey. No podía ser de otra manera. Por lógica, todo rey era un poco Cristo. Poderoso. Amado. El Hijo de Dios debía ser un Rey. No podíamos soportar que fuera un Nazareno.

Nazareno fue el nombre con el que Jesús fue llamado por elección propia.
Hoy, en Argentina, Nazareno significaría algo así como "Villero"

Puro arte.