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22 noviembre 2007

OjO cOn lA ImpOsIciOn aRbiTraRiA



He estado mirando algunos cartelitos por ahí, recorriendo Buenos Aires.

"La casa se reserva el derecho de admisión y permanencia""Los baños son para uso exclusivo de los clientes"Etc.

Falso

Mi ciudad está llena de falsedades como éstas, intempestivas; autoritarias.
Son posibles gracias a la ignorancia de la gente, de nosotros, que no sabemos que hay leyes que nos amparan de estas arbitrariedades.

Y a la muy mala leche de los que pretenden imponerlas.

Según me han dicho quienes saben, un bar abierto al público, un paseo de compras, un espectáculo deportivo, no son sitios privados sino públicos. Allí pueden ingresar todos aquellos que no contradigan normas vigentes, a saber: ebrios o drogados, personas armadas o inapropiadamente faltas de ropa, heridos que requieran atención médica, evadidos de la justicia y otros.

Todos los demás son y deberán ser bienvenidos, les guste o no a dueños, administradores y/o organizadores. Seamos o no seamos del perfil que ellos buscan para su clientela.

La única forma de discriminación aceptada, hasta hoy al menos, y sobre la cual NO hay ley que defienda al discriminado, es el costo de la entrada o de la consumición. Si UD. no tiene el dinero, si es pobre o no le alcanza, no hay tu tía ni INADI que lo defienda.

Se llama "Capitalismo". Y esa es su regla más sagrada.

Todos los demás, los que pengamos los mangos, las pelas para ponerla sobre la mesa o en la boletería, tenemos el derecho a exigir se nos permita entrar, así sea en zapatillas. Pies desnudos, abstenerse.
En ese sentido, deberemos reclamar ante quien corresponda en caso de no ser así. El Instituto Nacional Anti Discriminación (INADI) se encarga de evaluar estas denuncias y de ; y en caso de ser corroboradas, actúa penalmente contra dichos establecimientos o personas denunciadas haciendo respetar la Ley Antidicriminación.

Por qué sentirse un paria cuando el que está en falta, el gorila, el desubicado es el que nos dice NO? Hay que hacer volver la pelota, sí o sí.

Así sucede con los baños de bares y restaurantes.

Existe algo que se llama Ley Manrique (el legislador que la impulsó), por la que todo baño de lugar abierto al público es y debe ser considerado de uso público, le guste o no al encargado de limpiarlo.

No es cierto que haya que consumir algo, gastar dinero en el lugar para tener derecho ello.

Y así se suceden, una y otra vez, los cartelitos que parecen querer hacernos creer que éste es el Far West, y que cualquier hijo de vecino tiene el derecho de imponer alguna clase de Ley Personal, ajustada a la medida de su ocasional conveniencia.

Pero lo peor sucede cuando la prohibición arbitraria nunca ha sido escrita, sino que viene de la boca de un sujeto disfrazado de policia privado o guardaespaldas telúrico.

Hace unos días estaba yo acompañado disfrutando de una bebida en el patio de comidas del

subsuelo de la enorme sucursal de Tiendas Falabella que está en Calle Florida casi Av. Corrientes. Ante la espectacularidad de la estructura del techo yo, fanático de la arquitectura, saco mi cámara de fotos para dar testimonio de ello y promocionar ante mis amigos extranjeros esta maravilla cuando se me acerca un impertinente de éstos para decirme, de muy mal modo, que NO saque fotos porque ESTÁ PROHIBIDO.
Detrás de él, otro monigote, sin nombre ni uniforme ni nada, sólo munido de un handy, pretendió imponer esa norma aludiendo: LO DICE EL GERENTE. El vano fue explicarles que Gerente no es sinónimo de Rey ni de Ayatolha; y que ni aun estos se atreverían a impedir una foto en un PASEO DE COMPRAS. La queja, registrada ante la oficina de Atención al Cliente, no evitó el mal trago propinado por esta mala política de Falabella y sus secuaces.

Vayan sabiendo los amigos de la Ley Yo Mando que no vamos a dejarnos doblar el brazo por nada. Para eso hay instituciones y hay leyes de verdad, defensores del pueblo y tribunales, si fuere necesario. Aprendamos a hacernos respetar.

Y a los que no estén de acuerdo, los obligaré a que lean este blog, reservándome el derecho de decidir sobre quien lea lo que debe opinar de él.

Ya pongo el cartelito.

He dicho.