bUsCaR (en este blog ó en internet)

27 julio 2008

OjO: nO dIGaS lO qUe nO qUieRaS qUe sUcEdA


A menudo me planteo qué relación de sometimiento hay entre lo que decimos (en broma o en serio) y los que nos sucede a diario, en la vida.

En alguna parte de nuestro inconsciente cultural anida la creencia de que discurso y realidad van por caminos diversos y separados.

Quizás la razón para tal aseveración radique en tan mentada costumbre occidental de elaborar un discurso "políticamente correcto" de cara a la sociedad que nos alberga, de manera que ese discurso oculte bien aquellas falencias sociales o sospechosamente "disfuncionales" que padecemos.

A eso se le llama "Inseguridad". También "Hipocresía". Ambas, esencia, socialmente aceptadas.

Bueno, así vamos por la vida diciendo lo que los demás deberían querer oír (o al menos eso creemos); pero tambien vamos dando pistas de nuestro verdadero "yo fáctico" o -peor aun- de nuestras peores fantasías, a veces xenófobas, a veces racistas o de inusitada violencia intelectual y/o sexual.

Y bueno, nadie es perfecto; ni siquiera para ser un perfecto hipócrita...

En oriente, sin embargo, se tiene una cosmovisión diametralmente opuesta.

Se considera a la palabra la espresión del ser, no la herramienta de negociación social de hombre. En ese sentido, dibujar en el aire con palabras una idea ensoñadora de uno mismo sería desleal y hasta dañino.

Y es que lo es.

Lamentablemente, en la larga lista de expresiones que la fraseología moderna nos ha regalado no hay ninguna que diga: "Dime de qué hablas y te diré quién eres".

Y no porque sea verdad lo que uno diga y nos haga lo que somos, no. Sino porque, a la larga, nos terminamos creyendo eso que decimos de nostros, de tal modo que sufrimos una suerte de mutación simbiótica para con lo que repetimos una y otra vez. Eso que en ciertos ámbitos se da en llamar "Afirmación".

La afirmación no es otra cosa que reafirmar algo tantas veces como sea necesario hasta que dicha conducta se haga carne en uno. Es la idea basal de la plegaria, por ejemplo.
Todo rezo es una suerte de técnica de afirmación.

Entonces, para qué pasarse la vida afirmando y reafirmando lo que uno NO quiere ser sino vender a los otros. En otras palabras, por qué vender lo que somos a los otros, nuestro ser?

Será que no nos dimos cuenta que la sociedad nos necesita tal cual somos, con nuestras falencias y nuestros pequeños esfuerzos por superarlas; con nuestros diferentes puntos de vista y opiniones que enriquezcan el debate diario. Con nuestras conductas diferenciadas, pero respetuosas de las las de los otros. Con nuestros gustos variados y no por ello irreverentes.

Será que no nos interesa ser nosotros mismos?